Perspectiva de género

OPINIÓN 04/03/2015 05:00 Actualizada 05:00

El próximo 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Una fecha que erráticamente se ha querido equiparar con los festejos del Día de la Madre, desde una óptica frívola, que tiene claros objetivos comerciales.

Sin embargo, ese día debiera ser para la reflexión y la toma de conciencia del papel que desempeñamos las mujeres dentro de la sociedad.

Clara Zetkin, feminista y militante comunista, fue una de sus principales promotoras, quien logró que en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en 1910, se aprobara dicha conmemoración, con el objeto de reivindicar la lucha por la emancipación de más de la mitad de la población que representamos en el planeta.

Por ello, hablar de perspectiva de género, en este contexto, es para mí, darle importancia a la manera de mirar el mundo y nuestras agendas de lucha, desde una óptica feminista.

¿Por qué y para qué incorporar la perspectiva de género? Pues bien, hablar de género no es sinónimo de mujer, como algunas personas piensan hasta el día de hoy. Hablar de género es hablar de la manera que se llevan a cabo las relaciones entre mujeres y hombres en la sociedad patriarcal.

Veamos, dentro de las definiciones del Diccionario de la Real Academia Española, encontramos más de 10 acepciones al término, como el “conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes”, también: “clase o tipo a que pertenecen personas o cosas”. Puede ser género musical, artístico, taxonómico, etc.

Sin embargo, en lo que se refiere al concepto de género convenido por la ONU, éste se refiere a lo masculino y lo femenino, donde dependiendo de la cultura en la que se desarrolla la población, hay simbolismos y atribuciones sociales construidas y aprendidas en función del sexo con que se nace. Por lo tanto, éstas pueden ser modificadas. Por esto es necesario diferenciarlo del término sexo, ya que este último se refiere específicamente a las características biológicas, físicas, anatómicas y cromosómicas.

Por ejemplo, a los varones desde la adolescencia se les enseña que para ser hombres hay que saber pelear y que mientras más agresivos son más machos, además que tienen que experimentar la sexualidad desde temprana edad y “estrenarse” con una prostituta.

Desafortunadamente, en el machismo no hay fronteras ideológicas. Sean del PRI, del PAN, del PRD, de Morena, del Partido Verde, del Panal, del Humanista o Encuentro Social, todos consideran que las prácticas sexuales con prostitutas están dentro de la normalidad y, por lo tanto, promueven que sus hijos varones participen en el ritual de la iniciación sexual entrenándose con putas. Seguramente alguno que otro le aconsejará a sus vástagos que lo haga con discreción y precaución. Tampoco, en su mayoría distingue entre la prostitución y la trata. Como si una no fuera consecuencia de la otra. ¿Pero qué le dicen estos padres a sus hijas, cuando las hay? ¿Acaso que hagan lo mismo? Definitivamente no.

Este tipo de ideas son a las que nos referimos cuando hablamos de una construcción social, donde existe la supremacía del hombre. La mujer es un objeto de placer, que se puede comprar y vender.

¿Entonces por qué es importante incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas y, por ende, en los presupuestos? Simple, porque existe desigualdad entre los hombres y las mujeres a causa de la discriminación. Los roles que les asigna la sociedad para cada uno y una de ellas implica una brecha de género, es decir una larga distancia entre ellos y ellas.

Por lo tanto, la perspectiva de género debe de ser la metodología a usar para lograr una sociedad igualitaria. Sí, aunque parezca una utopía.

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