Entiendan que sí entiendo

OPINIÓN 04/03/2015 05:00 Actualizada 05:00

El influyente semanario británico ‘The Economist’ publicó el pasado 22 de enero un artículo que irónica y elocuentemente tituló “Pantano mexicano: el Presidente no entiende que no entiende”.

El editorial consideró tardía y débil la respuesta de Peña Nieto a la desaparición y posible asesinato de un grupo de normalistas rurales, posiblemente a manos de narcotraficantes.

Señaló, además, que su gobierno está “tocado por el escándalo”, con la adquisición de casas de la Primera Dama y del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, a uno de sus principales contratistas.

Respecto a los 43 de Ayotzinapa, ‘The Economist’ cuestionó que la principal medida contra la masacre haya sido proponer una enmienda constitucional para abolir las policías municipales, cuando es claro, dice, que esos cuerpos de seguridad “están menos podridos que las fuerzas federales que tomarían su lugar”.

En cuanto a la compra de la “casa blanca” de la señora Angélica Rivera y de la residencia de Malinalco de Videgaray al contratista Juan Armando Hinojosa del Grupo Higa, el semanario británico apuntó que el Presidente y su secretario de Hacienda, al insistir que nada malo han hecho, “no entienden el punto”, pues “en la democracias modernas, a las que México aspira a incorporarse, la clase de arreglos de mutuo beneficio que parece que han establecido, son considerados un comportamiento inaceptable”.

Ante los severos señalamientos y conforme se acercaba la visita de Estado que estos días realiza Peña Nieto en el Reino Unido, el secretario Videgaray aceptó (¿o promovió?), una entrevista con el diario, también británico y también conservador, ‘The Financial Times’.

El 17 de febrero pasado, el secretario de Hacienda, el hombre que tiene en la confianza la principal herramienta para mantener la estabilidad económica y para que su desempeño sea eficaz, reconoció que el gobierno mexicano pasaba “por una crisis de confianza”.

“No sólo se trata de reformar, reformar, reformar; podríamos llevar a cabo diez reformas energéticas, pero si no le sumamos la confianza, no abarcaremos todo el potencial”, dijo Videgaray para establecer: “Necesitamos abordar lo que realmente importa a la sociedad, que no sólo es la corrupción y la transparencia, sino que va más lejos y tiene que ver con la confianza”.

Estas declaraciones que en su momento no entendió y criticó la clase política, hoy cobran sentido. Eran el inicio de una estrategia de control de daños a la que se sumó el presidente Peña Nieto en las declaraciones publicadas ayer por el mismo ‘Financial Times’. El encabezado de la nota revela un nivel de sinceramiento muy poco visto en los políticos mexicanos: “México plagado por la incredulidad y la desconfianza, admite el Presidente”.

Después de Iguala, declaró el Presidente, existe en México una “sensación de incredulidad y desconfianza”, pero que se trabaja en eliminarla con resultados y con una lucha más eficaz contra la corrupción que acabe con el “estigma” de considerar “ladrones a los políticos”.

Pero la periodista Jude Weber lo incomodó al preguntarle por qué nunca fue a Iguala tras la desaparición de los normalistas, a lo que respondió: “Eso no significa que no hayamos hecho nada, el Presidente no tiene que ir en persona, ahí tenemos gobernantes”.

Weber siguió a la carga con el tema del Grupo Higa. Peña Nieto sólo respondió que el tema ha sido “satanizado” y que él es el más interesado de que se investigue. Y de ahí regresó al discurso del combate a la corrupción y a la impunidad, a la tarea de reforzar el Estado de Derecho, que reiteró ayer ante el parlamento británico y la reina Isabel II.

Fue su forma de decir que entiendan que sí entiende, y la continuación de esa estrategia de acallar voces y convencer a una nación en que están depositadas muchas de las inversiones energéticas que abrió la reforma en la materia.

Resuelto eso, ¿realmente le importará que se aclare el tema del conflicto de interés con el contratista Hinojosa?

Instantáneas. RELEVO. El viernes en la madrugada, a su regresó de Londres, David López presentará su renuncia a la Coordinación General de Comunicación Social de la Presidencia para irse como diputado. Se espera que ese mismo día se conozca a su sucesor. Suenan tres y dos de ellos ya ocuparon el cargo en la presidencia de Carlos Salinas: el embajador de México en Chile y ex gobernador de Aguascalientes, Otto Granados, y el hoy director del Fondo de Cultura Económica, José Carreño. El otro es el vocero Eduardo Sánchez.

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