El desastre educativo

OPINIÓN 04/01/2016 04:00 Actualizada 04:00

El gobierno federal asegura en promocionales de radio y televisión que ya tenemos una educación de calidad gracias a la reforma que en la materia ha impulsado el presidente Peña Nieto y operado el niño mimado del gabinete Aurelio Nuño.

Más allá del debate de que si lo hecho hasta ahora es, en efecto, una reforma educativa, parece sencillo convencer que, por lo visto, más bien se trata de una reforma administrativa en materia de educación: mecanismos de evaluación, servicio profesional docente, exámenes de ingreso y promoción del magisterio, evaluación de profesores.

Seguramente esa reforma administrativa ayudará en el camino hacia una verdadera reforma educativa y haberla impulsado fue mejor que no haber hecho nada. Pero esa reforma administrativa no resolverá por sí sola nuestro desastre educativo.

Permítanos referir algunos datos que delinean el desastre:

Somos aproximadamente 114 millones de mexicanos, de los cuales 74 millones tenemos entre 15 y 64 años. De esos 74 millones, de acuerdo con estadísticas de la SEP, 31.9% está en rezago educativo. Tal es la condición, dicho de otra forma, de 43% de ese segmento poblacional de entre 15 y 64 años que, además, forma parte de la población económicamente activa.

Aquí cabría preguntarse ¿qué es el rezago educativo?

En primer lugar el de los analfabetas, los que no saben leer y escribir un recado. Esos son 5.4 millones de mexicanos, en su mayoría mujeres e indígenas. Ese es el rostro que tiene el analfabetismo en México.

Pero el rezago no topa ahí a la luz de estas otras estadísticas del censo: 10 millones de mexicanos no terminan la primeria y otros 16 millones tienen la secundaria inconclusa. Se trata de 26 millones de mexicanos que no pueden ejercer su derecho a la obligatoriedad de nueve años de educación básica y que, además, tienen problemas graves con la lecto-escritura.

Por sí solo sería éste un problema educativo de suyo grave, pero lo es más: 60 de cada 100 estudiantes que concluyen esos nueve años de educación básica (primaria y secundaria), no saben leer ni escribir de manera suficiente. No son analfabetas, cierto, pero les falta una rayita, pues no tienen comprensión de la lectura, lo que, por lo demás, les impide entender los problemas de aritmética, condición sine qua non para resolverlos.

Cabría preguntar ¿por qué no comprenden lo que leen? Pues, entre otras cosas, porque están acostumbrados a llenar bolitas en sus exámenes de opción múltiple, consecuencia del sistema educativo memorístico impuesto por la SEP.

A esto hay que agregarle la deserción escolar que cada año es de un millón de alumnos de entre 6 y 17 años, ya sea porque abandonan la escuela o la escuela los abandona. Las dos posibilidades se retroalimentan. Si no vea usted este dato:

Un 44% de nuestras escuelas son multigrado (en un mismo salón se imparten, por ejemplo, y en el mejor de los casos, los seis años de primaria), y muchas incompletas (sólo se imparten cursos de primero a tercero o de cuarto a sexto). Mucho niños de las comunidades rurales concluyen el tercer año en la escuela multigrado y para seguir de cuarto a sexto tienen que caminar entre 8 y 10 kilómetros para ir a su otra escuela. Entonces, abandonan porque los abandonan. La mayoría de esos niños y jóvenes son muchachos pobres y no porque la pobreza los haga tontos, sino porque les escatimó los recursos mínimos necesarios para que puedan ir a la escuela con necesidades satisfechas para ponerse a estudiar en igualdad de condiciones.

De manera que el problema es el rezago educativo y solucionarlo debe llevarnos a atender las causas profundas que lo alimentan, que no son del todo el sindicato o los buenos o malos maestros. Lo que causa el rezago educativo es el sistema educativo, porque es injusto y desigual, porque le da la peor educación al que más la necesita y las peores escuelas están donde son más necesarias. Por eso.

@RaulRodriguezC

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raulrodriguezcortes.com.mx

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