Pambacitos caseros con tradición

OPINIÓN 03/07/2015 05:00 Actualizada 05:00

Entre las silenciosas calles de la colonia Escandón hay un pequeño negocio que ha sobrevivido desde hace casi 70 años.

El tiempo se lo debe a su única e inigualable creación, pues con unos característicos pambacitos han arremetido contra el hambre de una manera muy original y con un sabor bastante peculiar.

Como un tesoro gastronómico escondido, “Los Pambacitos de Benjamín Franklin” han sido bien resguardados desde 1947. Pocos los conocen, pero quienes los visitan son clientes de una larga trayectoria familiar.

Desde sus inicios, la existencia del negocio parecía un secreto de aquellos celosos de compartir tan delicioso manjar, pues la pequeña ventana de un sótano que da a Benjamín Franklin cobijaba los pambazos caseros que preparaba doña Joaquina Salinas, conserje del edificio, quien vivía ahí con sus hermanas, hijas y nietas.

Ahí, la gente llegaba a preguntar por sus tradicionales panes ovalados y no dudaban en “pedir para llevar” 10, 15, o 20 pambacitos para cenar.

Y es que sus panes —de poco más de 10 centímetros de largo y rellenos de diversos guisados— eran preparados con masa de trigo y maíz especial.

De quienes empezaron este local familiar, hoy sólo queda Yolanda Hernández, mujer que a sus 74 años mantiene la tradición —y el mismo sabor— de aquellos pambacitos que conquistaron con su original receta.

Por eso cada mañana, en su nuevo local, su labor está en hervir, aderezar y cocinar los siete guisos que aprendió a elaborar cuando tenía apenas 7 años.

Chicharrón en una picosita salsa verde, chicharrón triturado, suaves papas hervidas con gruesos y jugositos trozos de chorizo, tiritas de tierna carne deshebrada, salpicón, frijolitos calientitos y un dulce mole con toques de chocolate se cuecen en sus redondas ollas de metal.

A las cinco de la tarde, la masa se comienza a preparar. Con una mezcla de harina de maíz, harina de trigo, sal y el ingrediente secreto familiar, la masa se deja reposar apaciblemente dos horas.

Tras la espera, las diminutas creaciones son amasadas hasta quedar dóciles, maleables y listas para recibir y deleitar a cualquier comensal.

De ahí que todo se sirva en el momento. Aquí no se remoja el pan, sólo se rellena con cualquiera de los guisos, se colman de lechuguita y se bañan en una salsa de chile guaijillo que no pica, pero da mucho sabor.

Y para acompañar sus apetitosas preparaciones, el atole no puede faltar. Con más de 10 sabores diferentes cada día hay un sabor sorpresa.

PALADARES

"He venido a estos pambacitos por más de 40 años. Yo los conocí desde Benjamín Franklin y me gusta comerlos porque son deliciosos. Recomiendo todos los guisados". Enrique Martínez.

"Conocí estos pambacitos por mi abuelita. Son deliciosos, el pan y la masita es lo diferente y lo que sabe mejor. Me gustan todos los sabores, pero mi favorito es el de carne deshebrada". Mauricio Ramírez.

DÓNDE

Visítalos de lunes a sábado de 7:00 p.m a 10:00 p.m sobre avenida Progreso # 61, en la colonia Escandón. A dos cuadras de la avenida Revolución.

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