Un mundo sin humo de tabaco

OPINIÓN 03/06/2014 05:00 Actualizada 05:00

Una de cada 10 personas, de los 6 millones que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mueren cada año en el mundo a causa del tabaquismo, ni siquiera fuma. Ante este problema de salud, se han implementado diversas acciones.

A nivel mundial se diseñó e impulsó el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) con el objetivo de reducir de modo sensible tanto el consumo de esta droga, como la morbilidad colateral. El énfasis de la estrategia se centra publicidad e impuestos.

Cada año, más países generan leyes para desalentar o prohibir el consumo de tabaco, en especial en lugares públicos y cerrados, mediante restricciones contra la publicidad en medios masivos. También, se obliga a las compañías a imponer leyendas como: “este producto puede ser nocivo para la salud”.

En cuanto a los impuestos, en 2010 la OMS consideraba que aumentar 50% el impuesto al tabaco podría generar alrededor de 1,400 millones de dólares, y que tales fondos podrían significar importantes fondos para los sistemas de salud, especialmente en países pobres, donde, de forma dramática, el consumo es mayor.

En México, desde el 26 de julio de 2000 existe una ley para: “Proteger la salud de las personas de los efectos nocivos causados por la exposición al humo del tabaco, con la reducción del consumo de éste, principalmente, en lugares públicos cerrados”. Y desde 2004 se prohibió la publicidad de tabaco en medios electrónicos, principalmente en televisión y cine. En diarios y revistas, se permite promover el consumo de cigarros, pero no en portadas ni contraportadas. Tampoco se puede fumar o publicitar el consumo de tabaco en edificios públicos, hospitales ni escuelas.

Todas estas medidas enfrentaron en su momento diversas voces que anunciaron la falta de efectividad y de alcance. Hoy día es posible observar la proliferación de marcas clandestinas de tabaco y su indiscriminada venta en el comercio informal y, aunque no es significativa, muestra que hace todavía falta mucho por hacer (e imaginar mejores estrategias) más allá de incrementar el impuesto u obligar a las tabacaleras a persuadir el consumo de sus productos.

En el tabaco, como ocurre en otras drogas altamente adictivas y permitidas en el mundo, hay, sin embargo, una falta de ahínco para combatirlas, al menos al igual de lo que sucede con otras adicciones.

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