Huele a gas

OPINIÓN 03/03/2015 05:00 Actualizada 05:00

Dependemos totalmente del uso de energías renovables y no renovables. Ambas forman parte de la naturaleza; sin embargo, las primeras son inagotables y limpias, las segundas se agotan y son muy contaminantes.

Entre las energías no renovables destacan los hidrocarburos: compuestos químicos orgánicos, cuya base son átomos de carbono asociados con átomos de hidrógeno, de ahí su nombre.

Toda la materia orgánica (que contiene carbono y otros elementos), como los desechos derivados de seres vivos liberan gases al pudrirse; la mayoría son inodoros e incoloros y más ligeros que el aire. Los fósiles produjeron petróleo, recurso que, una vez agotadas sus reservas, se extinguirá igual que los dinosaurios, cuyos cadáveres que le dieron origen.

El petróleo es uno de los hidrocarburos más importantes; de él se derivan combustibles refinados como la gasolina, o combinados, como el gas licuado de petróleo (LP), en el que se mezclan los gases butano (del latín butyrum, manteca) y propano (del griego pion, grasa).

Sin embargo, en los yacimientos petrolíferos suele haber gas natural, que se compone básicamente de metano (del grigo methy, vino). También hay yacimientos de gas natural sin petróleo, como los de Bolivia.

Tal como ocurre con las energías limpias y sucias, las diferencias entre gas LP y gas natural saltan a la vista; de cualquier modo, la ciencia ha realizado estudios para medir sus efectos en el ambiente, pero también sus condiciones de seguridad.

En el caso de México —primer lugar mundial de consumo doméstico de gas LP— y sus ciudades, las ventajas y desventajas entre este tipos de gas y el natural son todavía más palmarias: el LP se distribuye mediante el transporte de cilindros de plomo (tanques) en camiones o en pipas. Mientras, el gas natural se reparte a través de tuberías que van de los yacimientos a las plantas distribuidoras y de ahí a la industria y las casas.

En cuanto a los riesgos, ninguno de los dos es tóxico ni representa riesgos inminentes para la salud, a excepción de que ambos son asfixiantes en espacios cerrados (de ahí que se les añada ese olor tan especial); ambos son flamables, aunque el natural, al ser mucho más liviano, se dispersa fácilmente, mientras que el LP tiende a formar nubes de vapor sumamente explosivas, como la ocurrida en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, el pasado 29 de enero.

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