¿AMLO quería la Presidencia en 2012?

OPINIÓN 02/08/2013 05:00 Actualizada 05:00

Luis Costa Bonino es consultor de marketing político. Asesoró a Ollanta Humala en Perú, y participó en Francia en alguna campaña del presidente Mitterrand. Es uruguayo, doctor en ciencias políticas por la Universidad de París, y fue consultor de marketing en la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2012. Un año después sube a internet la crónica de esa campaña, en un documento diseñado para leerse en línea (www.costabonino.com/).

El consultor pretende desmarcarse de la derrota y mostrar los videos que supuestamente revivieron un proyecto perdedor, que de haber contado con más dinero, y mayor cooperación del candidato, hubiese logrado la victoria.

En ningún momento el consultor analiza la ideología del candidato ni su programa de gobierno. No era lo suyo. Lo suyo son videos, espectaculares, encuestas, pesos y centavos; comparar a su candidato con la estrategia de la competencia. Sus videos muestran a un López Obrador amable, en mangas de camisa, sin baños de masas. Pretendían proyectar la imagen de un candidato “a la americana”, alejado del plantón de Reforma: ¡un López Obrador que no era López Obrador!

Y aunque el candidato había declarado con perspectiva histórica que viviría y despacharía en Palacio Nacional, presidiendo sobre la enorme plancha de cemento del Zócalo, donde ha pasado gran parte de su vida política, uno de los videos lo muestra pensativo, en traje de estadista, frente a un ventanal que recuerda el jardín de Los Pinos. Son evidentes los esfuerzos por convertirlo en un candidato moderno: sin discursos, sin estridencias; hablando directamente a la gente.

Costa Bonino se dirige también a los jóvenes que participaron en el movimiento #YoSoy132, a quienes llama con exageración “el despertar político de una generación”, dejando ver que el movimiento, un momento crucial de la campaña, pudiese haber sido concebido o aprovechado por él.

La crónica muestra aspectos reveladores de la compleja personalidad del candidato, que nunca tuvo una relación de plena apertura con el consultor. Desconfiaba de los consultores extranjeros, para “no parecerse a los demás candidatos”, e impedir que “después se adjudiquen el triunfo”. Hoy irónicamente le adjudican la derrota...

El consultor describe el charolazo como una emboscada de fuego amigo de quienes no creían en la campaña. Cuenta la frustración de un proyecto sin dinero, donde el candidato insistía en ganar a su manera. En algún momento llama a los amigos y allegados del candidato “saboteadores de la campaña”. Confiesa que los ricos de Monterrey “no habían puesto, ni pondrían nunca, un centavo para la campaña”. Pero el candidato “parecía cómodo dentro de esa pobreza de recursos”, convencido de que “su carisma haría el milagro de construir una campaña de la nada”.

Queda claro que Costa Bonino fue llamado a salvar una campaña destinada al fracaso, con 30 puntos porcentuales por debajo de Peña Nieto, y un electorado que no olvidaba el plantón de Reforma. Era necesario ejercer un control de daños. En un video llamado Reconciliación, que fue aceptado a regañadientes por AMLO, éste aparece ofreciendo su “mano franca”. Pretendían que se olvidara el incidente de “mandar al diablo las instituciones”.

A pesar de la supuesta “reconciliación”, López Obrador se rehusó a preparar el primer debate con sus asesores. Insistía en que él “ya estaba preparado” (frustrado por la falta de cooperación del candidato, Costa Bonino externó en alguna ocasión que el candidato “no mostraba ganas de ser Presidente”: jamás aceptó moderar sus ataques violentos contra Enrique Peña Nieto, insistiendo en que “sin eso no llegaban”). Se sumió en un entorno que “parecía decidido a hacerlo perder”.

Tras el escándalo del charolazo, López Obrador despidió a Costa Bonino, cuando supuestamente había logrado un empate técnico con Enrique Peña Nieto. Según el consultor, AMLO “prefirió probar su inocencia, antes que ganar la Presidencia…”

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