¿Sientes adicción al azúcar?

OPINIÓN 02/07/2013 05:00 Actualizada 05:00

El acelerado crecimiento del sobrepeso y la obesidad como un fenómeno mundial preocupa cada vez más a las organizaciones internacionales, que invitan a los países a reforzar las acciones que puedan detener esta gran epidemia.

De no actuar adecuadamente, el panorama es desastroso: al sobrepeso y la obesidad le siguen complicaciones de salud, entre ellas el aumento de enfermedades crónico degenerativas como diabetes, hipertensión, padecimientos cardiovasculares o cáncer, todas ellas con potencial para generar discapacidad y disminuir tanto la calidad como la esperanza de vida.

Todo lo anterior, acompañado de un costo familiar, social y económico que pondrá en aprietos a todos los gobiernos y de manera especial, a los servicios de salud.

En un discurso reciente, la doctora Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mencionó que los esfuerzos para prevenir las enfermedades no transmisibles van en contra de los intereses financieros de la gran industria de alimentos y bebidas, que hasta el momento ha logrado protegerse de la regulación (leyes y políticas que pongan orden a la producción, promoción y venta de sus productos).

Para evitar la regulación, la industria ha adoptado las mismas tácticas que las tabacaleras: crean organizaciones no gubernamentales que defienden sus intereses, hacen promesas de autorregulación que no cumplen cabalmente (como la de no dirigir la publicidad a los niños), pagan por investigaciones que confunden la evidencia sobre los posibles efectos nocivos de sus productos y así mantienen al público en duda, o tienen fundaciones que trabajan en causas dignas para ganar prestigio y respeto ante políticos y el público en general.

La doctora Chan hace notar que, por un lado, la industria de los alimentos y bebidas responsabiliza a las personas de su obesidad y de los daños que pueda ocasionar a su salud el consumo excesivo de sus productos. Por otro, cuando los gobiernos tratan de regular para favorecer los hábitos de alimentación sanos, la industria los acusa de interferir con las libertades personales y la libre elección.

Mientras tanto, cada día se producen y consumen millones de productos altamente industrializados con harinas y azúcares refinados, probados científicamente para que nos guste el empaquetado, el olor, la textura (crujiente o muy suave por ejemplo) y el sabor. La maquinaria perfecta que es el cuerpo hará el resto: el azúcar y los almidones refinados se absorben rápida y eficientemente, el nivel de azúcar en la sangre se eleva velozmente.

Como respuesta, el páncreas descargará insulina en grandes cantidades esperando aprovechar toda la energía, pero es demasiada, y las células no alcanzan a quemar toda el azúcar, por lo tanto, la que sobra se transforma en grasas y se acumula debajo de la piel.

Pero eso no es todo, la gran cantidad de insulina circulante consigue bajar los niveles de glucosa por debajo de lo normal dos o tres horas después, lo que provoca el deseo de comer más azúcar. Esa es la otra característica de los alimentos ricos en azúcar, están hechos para que comamos más de lo que necesitamos, más de lo que quisiéramos, porque el resultado final es querer más y más.

Lo que ahora también se sabe es que el cerebro responde al azúcar de manera similar a otras sustancias adictivas. ¿Crees que puedas tener adicción a la azúcar? ¿Qué tan difícil es luchar contra el deseo de comer más dulce? El próximo martes, algunos consejos para vencer el deseo de comer más.

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