Hijos que desquician a sus padres

OPINIÓN 02/04/2013 01:00 Actualizada 01:00

Uno de los comportamientos que más estrés provocan a los padres es que los hijos pongan a prueba sus límites. ¿Cuál es la forma más común de hacerlo? Comportándose de manera pasiva-agresiva: aparentemente haciendo lo que se les pide, pero arreglándoselas para molestar al padre o a la madre con su conducta.

Este tipo de comportamiento tiene lugar cuando el padre llama al adolescente a comer o le pide que limpie su habitación, y éste último, muy solícito responde: "Sí, ya voooooy". Acto seguido, el chico sigue viendo la televisión o hablando por teléfono con sus amigos, sin hacer ningún caso a la petición del padre. El chico está probando sus límites al frustrarlo e indirectamente "zafarse" de lo que se le pide.

Otra conducta pasiva-agresiva a la que recurren los hijos consiste en hacer a tiempo lo que se les pide, pero hacerlo mal. La chica a la que se le pidió que lavara los trastes, termina rompiendo varios vasos, deja los trastes medio sucios o deja la cocina en peores condiciones de aseo en que la encontró. La joven diligentemente lleva a cabo la tarea, pero de manera ineficiente. Si la madre le reclama, se defiende y "contraataca" diciendo que su mamá es perfeccionista y muy exigente.

Este comportamiento pasivo-agresivo puede llevar a los padres al punto de explotar y a que digan cosas que podría lastimar la relación. He aquí algunas pautas que pueden ayudar a los padres a manejar la situación para que ambos (hijos y padres) resulten beneficiados.

Evitar el conflicto

El adolescente que de manera constante pone a prueba los límites de sus padres está tratando de ganar poder y control sobre ellos. Para el joven, frustrar a una figura de autoridad puede ser algo muy estimulante, algo así como subirse a la montaña rusa. El reto para los padres es mantenerse serenos para evitar el conflicto. Una vez serenos, podrán abrirse al diálogo para descubrir "la forma particular" que tiene el adolescente de ver las cosas o de hacer las tareas. Así, "Ya voy", para el joven significa, "Iré en cuanto termine mi juego o la conversación con mis amigos". Es preciso que, de manera respetuosa, el padre le haga saber que eso no es lo que él entiende cuando dice "Ya voy".

Tratar de comprender y aclarar

Cuando los padres aclaran en qué consiste su petición, los chicos pueden llegar a comprenderlos. La clave está en hacer preguntas abiertas (Qué, cómo, por qué, para qué, dónde) para descubrir qué tenía en mente el joven al actuar como lo hizo. Las preguntas, al contrario de las acusaciones, evitan que los hijos se pongan a la defensiva. Después de todo, los padres están tratando de entender por qué y para qué actúan de esa manera. Algunas preguntas que podrían ayudar en esta fase son: "¿Se te ha ocurrido que...?" o "¿Podría ser que...?".

Aun con la actitud sugerida, los hijos tienden a aferrarse a su forma de ver las cosas y a justificarse. Una de las metas de esta conversación es que padres e hijos admitan que es posible que ambos tengan la razón. Pero también es importante que los hijos sepan qué esperan sus padres de ellos cuando les piden que hagan una tarea. Saber reconocer cuándo los hijos los ponen a prueba, y las razones por las que lo hacen, puede ayudar a los padres a mantener la cordura y construir un puente de comunicación con ellos.

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CITA:
"Podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres"
GOETHE
POETA Y DRAMATURGO ALEMÁN


RECOMENDACIONES:
Cómo educar a nuestros adolescentes. Un esfuerzo que merece la pena
Autor: Maite Vallet
Editorial: Wolters Kluwer
Este libro puede ser de gran ayuda para los padres y educadores que se enfrentan a esta etapa tan "difícil" de la vida de los hijos y alumnos que es la adolescencia.

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