El Congreso de los buitres

OPINIÓN 01/08/2014 05:00 Actualizada 05:00

Diputados y Senadores se han apresurado a desgarrar al país. En caliente, sin debate, han aprobado una a una las leyes reglamentarias que facilitan la entrega de los energéticos a las transnacionales. No les ha importado mentir. En el pleno palomean disposiciones que provocarán el incremento de los energéticos, y ante las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación sostienen que hicieron exactamente lo contrario. Aseguran que sus disposiciones provocarán el desarrollo de México, pero la realidad es que sus votos son a favor poner toda la expectativa de desarrollo nacional en manos de las transnacionales.

Más aún, como en toda privatización pretenden socializar las deudas y privatizar las ganancias. El compromiso de los legisladores es con las transnacionales y no con el país. Con la privatización del petróleo y la energía eléctrica la gente no sólo pagará más cara la gasolina y la luz, también pagará más impuestos para reponer el dinero que se llevarán los extranjeros y, por si esto fuera poco, todos nos haremos cargo de una deuda de dos billones de dólares producto de los malos manejos del petróleo por parte de gobiernos del PRI y el PAN. Es el llamado Pemexproa en alusión al fraude monumental que representó en los 90 el rescate bancario.

Esto quiere decir que la ciudadanía pagará tres veces la privatización de los energéticos: por la vía de los nuevos impuestos y del incremento de los ya existentes, por el incremento en el precio de la gasolina, sus derivados y de la luz eléctrica, así como por el pago de esta deuda gigantesca. Esto constituye el robo más grande de todos los tiempos y si no que le pregunten al ex presidente Ernesto Zedillo que hace unos meses declaró que una privatización de ese tipo no la había concebido ni en sus sueños “más salvajes”.

No exagera Andrés Manuel López Obrador cuando dice que los porfiristas parecen niños de pecho comparados con los políticos encumbrados de nuestros días y es que cada proceso de privatización que ha sufrido el país es, al mismo tiempo, un monumental acto de corrupción que se pone en evidencia cuando los impulsores de la cesión de la riqueza nacional aparecen tiempo después como gerentes, asesores o inversionistas de las empresas beneficiadas.

Es decir que la fortuna económica de estos políticos privatizadores está basada en la derrota de la nación entera, en dejar a la deriva el futuro de las nuevas generaciones que nacerán en un país saqueado e hipotecado.

No obstante, frenar esta andanada está en las manos de todos. Basta con abrir la puerta a uno de los miles de Promotores de la Soberanía Popular de Morena que recorren todo el país y obsequiarles una firma en apoyo a la petición de que se realice una consulta sobre la llamada reforma energética. Estas firmas son un vale por el futuro de nuestros hijos y por la tranquilidad de nuestras familias. Si la consulta se lleva a cabo, la privatización de Peña Nieto pasará a la historia como un intento fallido más por entregar la riqueza de la nación. Por eso, el desánimo o la apatía juegan a favor de la reacción. Cada firma recabada es un vale por la esperanza.

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