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Universitarias sufren acoso sexual y amenazas de sus profesores, en CDMX

Karen fue acosada por Orlando, su asesor de tesis, que al no ser correspondido, la bloqueó y no pudo concluir su posgrado

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Al día 08/05/2019 10:05 Redacción Actualizada 10:05
 

POR M. PERALTA / B. SANTOSP. ODIARDI

¿Por qué tan cubierta? Destápate”, era uno de los comentarios que Karen recibía de Orlando, su asesor de tesis. A esto se sumaba su insistencia en darle dos o más besos al saludarla. Ella se sentía incómoda, pero intentaba no darle importancia. Al final, él era un destacado académico; lo había elegido como su tutor por cuatro años y tenía que sentirse “privilegiada” por estudiar un doctorado en una de las instituciones más reconocidas: la Universidad Nacíonal Autónoma de México (UNAM). 

Al terminar el tercer semestre, Orlando le dio una actividad en específico: conseguirle una reservación en un hotel para un evento al que ambos asistirían en Europa. La petición se tornó perturbadora. “Ahí nos quedamos, ¿no?”, fue la frase que Karen escuchó. Ella se negó, pero él insistió, esta vez de forma más contundente: “¿Qué tiene de malo? Si quieres, tú puedes estar abajo o yo, como quieras; podemos estar así en la cama durante siete días”, recuerda la joven. Ella se paralizó, mientras él se burlaba de verla tan sorprendida. 

Días después vino una nueva amenaza: “Como no hiciste lo que te pedí, algo grave va a pasar con tu evaluación”; esto le dio el valor a Karen para reportarlo con su coordinadora. 

Pero la mayor sorpresa fue al darse cuenta que las autoridades escolares ignoraron su denuncia. Su caso fue uno de los 41 que ocurrieron durante 2015 en la institución. 

INSINUACIONES

Desde que Karen comenzó a trabajar con Orlando aguantó comentarios que más bien parecían insinuaciones. “Yo cumplo con darte mobiliario de la UNAM, ¿tú qué das a cambio?”, le preguntaba. La alumna sólo contestaba “doy trabajo”. Aunque sentía que sus palabras llevaban un trasfondo, una parte de ella se negaba a creerlo. Su idea de un profesor era de alguien que ayuda, guía y asesora. “Una como estudiante lo que menos hace es pensar mal de los maestros”, asegura. 

Cuando Orlando la amenazó, Karen buscó la ayuda de las autoridades escolares. Nadie hizo caso. La universidad no sabía qué hacer con una situación así. Su caso ocurrió un año antes de la creación del Protocolo para Atender la Violencia Sexual en 2016; doce meses después de la publicación de estas normas, las quejas llegaron a borbotones. 

 Uno de los problemas a los que se enfrentan la comunidad universitaria es que tanto el Tribunal Universitario como la Comisión de Ética juzgan sin perspectiva de género; estas paredes fueron las mismas que bloquearon la queja de Karen contra Orlando. Después de darse cuenta de que su coordinadora sólo archivaría su denuncia, buscó otra salida y envió una carta al Comité Académico pidiendo un cambio de tutor. Ahí vino el siguiente freno, la misma funcionaria que antes la ignoró, ahora la increpaba: “¿Usted metió esa carta? Retráctese. Diga que está mal, que está nerviosa”, narra la exalumna. La presión logró su objetivo y Karen decidió callar. 

VENGANZA

Cuando llegó el momento de su evaluación semestral, Orlando cumplió su amenaza: “Yo creo que desde el primer semestre tú estás mal, así que te voy a evaluar los tres semestres anteriores”, cuenta Karen. Esto, a pesar de que ella había acreditado con buenas notas sus evaluaciones pasadas. 

Orlando la volvió a calificar y todas fueron notas reprobatorias. Karen acudió a una tercera instancia: la Unidad para la Atención y Seguimiento de Denuncias (Unad) de la UNAM, pero tampoco ahí obtuvo apoyo. Semanas después, la expulsaron del doctorado. 

Ahora, solamente tiene una deuda con el Conacyt por dejar inconcluso el posgrado de excelencia que cursaba y por el cual tenía una beca. 

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