Un año más sin respuestas

Ayotzinapa: el 26 de septiembre se ha convertido en el día de “La desaparición en México”

Son historias de vida que se niegan a ser un número más. Así los recuerdan mientras los nombran uno a uno. La multitud responde “presentación con vida” después del pase de lista

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(Foto: Cynthia Benítez)

Al día 26/09/2019 23:10 Redacción Actualizada 10:07
 

Por Cynthia Benítez y Alfonso Sotelo 

-“Buscarás a tu familiar en una bolsa de plástico”. 

Palabras con sabor a tirria, pies agrietados y miradas al suelo. Personas hablan, gritan sin cesar. No han dado contestaciones, se exigen respuestas en las calles del Zócalo de la Ciudad de México, otro 26 de septiembre

Joaquina García sostiene la fotografía de su hijo, Martín Getsemany Sánchez García, desaparecido hace 5 años. Escucha el aullido de la multitud congregada, unidas por el dolor: “¡No están solos, no están solos!”. Su voz comienza a cortarse, pero continúa denunciando y exige a la nueva administración que trabaje en el esclarecimiento de los 43 normalistas desaparecidos: “Ya dejen de burlarse de nosotros. Hemos recorrido montañas y ciudades para buscar respuestas. ¿Por qué no encuentran a nuestros hijos?”. 

Esa continúa siendo la pregunta de la movilización de este jueves. Ha pasado un lustro y pareciera que la indignación del primer día vuelve a provocar que miles salgan a las calles. Esta vez la exigencia es contundente, los familiares desean verdades, no hechos. Los estudiantes de la Rural Isidro Burgos advierten: “¡Ni con tanques, ni metrallas, Ayotzi no se calla!”. 

En el templete, colocado frente a Palacio Nacional, se encuentran los padres de los normalistas. Maria Elena, madre de un estudiante desaparecido, toma el micrófono: “Gracias por no abandonarnos en todo este tiempo. Buscaremos a nuestros hijos hasta el final, eso haría cualquier padre por su hijo”. Insiste que no solamente son 43 desaparecidos, hay más de 33 mil en todo el país, según cifras oficiales. 

Todos coinciden en que han esperado mucho tiempo para volver a ver a sus hijos en casa. “Ya no hay palabras para expresar lo que sentimos, queremos justicia”, exclaman. “La justicia no es una utopía”, dice un cartel colocado en la Plaza de la Constitución. 

Son padres y madres de origen campesino cuyos hijos se preparaban para ser maestros. “Nuestros hijos no son unos vándalos, el gobierno los quiso involucrar con el crimen organizado. Ellos querían dejar el campo para cumplir sus sueños”, expresa Joaquina. 

También pide que se investigue a los responsables de la llamada verdad histórica “que los ha lastimado mucho”; esa misma exigencia fue reiterada por los asistentes, quienes pidieron castigo para Jesús Murillo Karam, extitular de la entonces PGR, y a Tomás Zerón de Lucio, exdirector de la Agencia de Investigación Criminal. 

Ayotzinapa sigue siendo una herida abierta en este país. Son los rostros de jóvenes que se aferran a no desbarrancarse en el abismo del olvido. Historias de vida que se niegan a ser un número más, un simple 43. Son el ejemplo de sus hijos y estandartes de lucha para toda una sociedad. Así los recuerdan mientras los nombran uno a uno. La multitud responde “presentación con vida” después del pase de lista. 

Pareciera que el 26 de septiembre ya no sólo es considerado como el día en que los estudiantes de Ayotzinapa fueron desaparecidos, el 26 de septiembre se ha convertido en el día en que cientos de personas denuncian “La desaparición en México”. Son amas de casa, campesinos, estudiantes de la UNAM, el IPN, la Universidad Iberoamericana, la Autónoma de la Ciudad de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, mexicanos que sostienen pancartas con leyendas: “¿Lo has visto?”. 

La movilización avanzó por Paseo de la Reforma y unas playeras con el número 43 resaltan a la vista. El presidente Andrés Manuel López Obrador utilizó una durante su conferencia matutina y aseguró que fueron los padres de los normalistas los que se la dieron. Los manifestantes que la portan dicen que fue iniciativa del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. 

Ya en avenida Juárez, comenzaron a encender bombas de humo de color rojo. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Los disturbios no se hicieron esperar. Pintura rosa y negra decoraron la capital. Algunos vidrios rotos representan la furia de los manifestantes, tanta rabia no se pudo expresar de otra manera.

Un incendio en una librería frente a Bellas Artes, la puerta de Palacio Nacional herida cuál piel de campesino al rayo del sol. Todo un caos se orquestó alrededor del discurso final de una congregación más de un 26 de septiembre por Ayotzinapa.

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