RAMSTEKO, UN CHAVO ORIGINARIO DE TULTITLÁN

Vive para pintar

En la combinación de trazos y colores, Nerik encontró una forma de expresar lo que piensa

Fotos: Javier Ramírez/Especial

Fotos: Javier Ramírez/Especial

Al día 24/09/2016 12:54 Redacción Actualizada 15:26
 

Javier Ramírez

@javier_thaler

Nerik Martínez tardó 13 años en descubrir que dentro de él vivía “Ramsteko”, un dibujante de poderosa inventiva, alguien quien le enseñaría distintas rutas, primero en cuadernos luego en cortinas, después en grandes muros. 

Sus trazos se esbozan en lugares comunes de la Ciudad de México y el Estado de México, y de distintos colores conforman juntos un recuerdo, un mensaje, un sueño.

El espectáculo que ofrece el bosquejo de Ramsteko tiene una característica especial y es que al estar impreso entre cortinas de negocios y paredes de calles muy transitadas, se aprecian mucho mejor de noche. 

Una de las pinturas, ubicada en Avenida 20 de Noviembre casi esquina con Plaza de la Constitución, en el Zócalo capitalino, sólo puede descubrirse cuando un negocio de telas cierra sus puertas al público; en tintes rojos, dos enormes pies flotan en la nada, inertes, como si estuvieran a punto de tocar el suelo o como si acabaran de despegar.

 Gracias a su talento, Nerik emprendió una mudanza e hizo un recorrido con sus obras, primero en Ciudad Nezahualcóyotl, la República Mexicana hasta llegar a países en Sudamérica, donde ha sido reconocido por su trabajo.

Nacido en julio y criado en el barrio El Tesoro, en el municipio de Tultitlán, Estado de México, empezó a plasmar su obra en espacios prestados por sus conocidos, amenazado en ocasiones por la insuficiencia de material para trabajar.

A partir de ahí, adquirió la noción de sus habilidades en el trazo, que también coincidió con una obstinación y ganas de expresar lo que no se puede de alguna otra forma que no sea con el dibujo. 

“Tuve la necesidad de buscar nuevas alternativas, de crear mi lenguaje, yo siempre he tenido como esta inquietud de decir cosas, y tal vez que la gente me entienda”, confesó emocionado frente a uno de sus murales.

Un aerosol en la mano es suficiente para desfogar la imaginación de Ramsteko, combinación surgida de un personaje que Nerik disfrutaba de niño llamado Ramsés, y de la palabra 'Azteco', el cual hace referencia a los mexicas fundadores de la mítica México-Tenochtitlan.

La adrenalina combinada con pasión se convirtieron en la energía con la que intervino distintos espacios públicos, de la mano del Fideicomiso del Centro Histórico.

Esto ha sido de gran ayuda, pues el costo para realizar una pintura en un muro, ronda los mil pesos, pero para un edificio esta cifra puede triplicarse.

Las inclemencias del tiempo también acosan tanto al artista como a su creación, la cual perdurará hasta que el espacio en el que se halla sea modificado o se borre debido al efecto de erosión y desgaste.

Ramsteko acepta que eso es parte de la faena, pues es un sacrificio para darse a conocer y para demostrar que el dibujo es parte importante de su vida.

Sus pinturas se pueden apreciar en distintos espacios de las delegaciones Xochimilco, Iztapalapa, Tlalpan, Coyoacán y Mixcoac. Además en los municipios de Coacalco, Tulpepec, Tultitlán y Ecatepec.

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