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Usuarios del Mexicable tardan el doble en su viaje

Habitantes de La Cañada recorrieron la ruta del Mexicable hasta en 40 minutos

(Foto: Hugo García | El Gráfico)

Al día 06/10/2016 09:45 Yara Silva Actualizada 09:38
 

En la ‘cueva del lobo’ hay juguete nuevo. Es el teleférico enclavado en lo alto de la Sierra de Guadalupe, en Ecatepec, y ha hecho olvidar, por unas horas, que ahí en San Andrés de la Cañada se vive en la zona más violenta del Estado de México.

Ayer cumplió su segundo día. A horas de su estreno, su altura aún causa asombro y el paisaje de sus viajes atrae a los curiosos.

Son más los pasajeros que desean sentir el vaivén de las cabinas, que los viajeros que a diario deben subir y bajar de la sierra de Ecatepec.

Con los curiosos que han llegado desde otras colonias, viaja la novedad y el encanto de lo desconocido, no así con los habitantes de zonas aledañas al Mexicable.

Son ellos, los que día a día descienden por las calles de La Cañada, los que sienten que el nuevo transporte público no terminará con los robos, con el tráfico de drogas, ni los homicidios.

FORTALEZA. Apenas el martes, la visita del presidente Enrique Peña Nieto hizo de ese cerro el sitio más protegido. Vecinos dicen que nunca antes policías, militares y hasta francotiradores, hicieron sentir a sus pobladores como “los más privilegiados”.

Paulina es una de ellas. Vive desde hace 45 años en Los Bordos; ahí no hay calle que permita entrar patrullas, coche o vehículo alguno que aminore la delincuencia. Por eso, ella y cientos de vecinos fueron obligados a asistir “al gran evento de inauguración” del Mexicable.

Pero hoy es otro día y Paulina ya no debe aplaudir la pasarela de funcionarios. Ella encuentra vagones vacíos, pasillos sin gente y silencio en las siete estaciones del Mexicable. No lo sabe, pero ese vacío se debe a que su viaje no lo hizo en hora ‘pico’. Ayer de 5:00 a 8:00 de la mañana, un vigilante contó 414 pasajeros haciendo fila en una de las siete entradas del teleférico. Eran en su mayoría estudiantes que descendían hacia la Vía Morelos.

A la una de la tarde de ayer, Margarita comprobó que las “horas ‘pico’, son las horas del desorden”. Su viaje prometido de 17 minutos se extendió a 40, por la espera, semejante al que hasta ayer, padecía por tierra sobre las calles de La Cañada. A las largas filas para ingresar a las estaciones del Mexicable, le debió sumar el tiempo en pasillos y escaleras para abordar las cabinas. 

Pero Margarita tiene esperanza de que con el Mexicable disminuya el riesgo de ser asaltado en el transporte. Las cámaras en las cabinas y los vigilantes, le garantizan un viaje sin robos. Ahora sólo le preocupa que al salir de la estación enfrente la misma violencia que se vive en La Cañada.

(Foto: Hugo García | El Gráfico)

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